Creo sin
duda alguna que hoy Venezuela nos EXIGE ser corazón, fuego, y espuela, como dice esa hermosa canción que es imposible escuchar sin que se te erice la piel, o
que se asome una lagrima.
Sé que hoy
vemos una Venezuela que pocos reconocen como suya, o pocos le ha dado tiempo de
quererla. En todo caso, a muchos la vida acá le ha terminado pareciendo ruin –es
una sensación- no creo que nadie este feliz con la escases campante, con las
colas que son como el padre nuestro de cada día, la violencia que atenta con exterminar
a toda persona habitante de este nuestro país, y si eres opositora la persecución
y el señalamiento de todo lo que pasa en
Venezuela y el mundo, incluso de los niños pobres de Haití.
Me pido, les
pido entonces, a todas las mujeres venezolanas
luchar por un país para nosotras, para nuestros hijos, para la posteridad. Las mujeres han demostrado ser una enorme plataforma de difusión de valores, de lazos
filiales –quizás es un papel que le ha otorgado la construcción social del género,
pero si sirve para ayudar mientras tanto, usémoslo- hay muchas teorías, incluso prácticas donde está
comprobado que la presencia de las mujeres ha ayudado a solventar muchos
problemas sociales. Desde que educar a una mujer es educar aproximadamente a
tres niños, que una organización con las madres de barrio ha solventado
problemas entre bandas, y bueno toda la tesis de matricentrismo, y la
importancia de la madre en nuestra sociedad. .
Lamentablemente
– pero, para la búsqueda de soluciones colectivas puede ser bueno- la mujer
tienen un papel fundamental en la sociedad a la hora de relacionarse con su
familia, con su comunidad, un acercamiento particular, una sensibilidad
particular. Ya sea por un rol que hemos o no querido aceptar, que parece a
veces hasta genético de tan enraizado que se encuentra en nuestra cultura y
dentro de nosotras mismas.
No hablo de caridad,
ni dedicarse al hogar, ni dedicarse única y exclusivamente a criar niños y el de
sus vecinos que no tienen mamá. No, hablo de institucionalizar, de emprender un
plan donde la mujer pueda imprimirle a su comunidad un cambio positivo, desde
su perspectiva, desde su forma de hacer y ser, que no es la misma que la del
hombre, en esto no hay discusión para mí. Donde la mujer no solo sea la
difusora, si no, la creadora, planificadora de formas para llegarle a los jóvenes
y a los no tan jóvenes.
A trabajar
en niveles micro, no emprender grandes políticas públicas que terminan siendo
tan generales que no tocan a nadie, otra forma de hacer política, otra forma de
hacerse con su entorno más cercano -ya sé que existen los consejos comunales,
pero eso es harina de otro costal- no le podemos pedir a personas externas a nuestras
residencias, nuestro barrio, que nos den soluciones internas. Solo nosotros
conocemos nuestra realidad, nos toca organizarnos y mejorarla, y creo que la
mujer acá tendría un papel fundamental.
En fin es un
llamado a sentir su país, y a sentirse responsable de su curso. De escuchar una
y otra vez alguna canción de Simón Díaz, a leer una novela de Rómulo Gallegos,
o comerse una arepa, y sentir el cuatro en el corazón como dice la letra de esa
canción que ya mencioné, Venezuela.
Vamos a echarle ovarios.
No es una
apología a la madre, no es que la mujer se quede en lo privado, no es que las políticas
micro les toca a la mujer, no es que todas las mujeres tienen esta
sensibilidad, si lo entendiste así, eres esa feminista J